A eso de las 17:00 horas del lunes, Araceli Salcedo estaba en la terraza de su casa cuando la sorprendió el vuelo ruidoso de un helicóptero.
“¿Y ahora qué sucede?”, se preguntó la mujer, vecina de Orizaba, una ciudad de 123 mil habitantes de la zona centro de Veracruz.
Como una abeja, el aparato zumbaba de aquí para allá a muy poca altura, casi rozando los cables del tendido eléctrico. Por ello, a los vecinos no les costó distinguir a simple vista que los dos hombres que portaban armas largas e iban en la parte de atrás del helicóptero eran elementos de la Secretaría de Seguridad estatal.
En ese instante, Araceli no lo sabía, pero a muy pocas cuadras de su vivienda, en pleno centro de Orizaba, el caos ya se había desatado.
La confusión y las redes sociales hicieron su aparición. Algunos usuarios reportaban que había ocurrido un robo a un banco cercano al boulevard, la calle principal. Pero, muy pronto, esa versión fue desmentida por los medios de comunicación locales, como El Mundo de Orizaba, que comenzaron a reportar en vivo desde la calle Sur 15, entre las calles Oriente 2 y 4, que estaba teniendo lugar un intenso intercambio de balazos en una vivienda
Ahí, atrincherados en el interior de una casa de seguridad, dos presuntos sicarios se grababan en un video que difundieron en internet, en el que aseguraban nerviosos que se querían entregar a las autoridades tras ser descubiertos, pero los policías estatales no lo permitían.
“Yo me voy a entregar. Pero son los policías estatales los que me van a matar. Aquí están nuestros rostros”, dijo uno de los presuntos criminales a la cámara.
Mientras tanto, afuera del domicilio, las detonaciones y las bombas de humo se multiplicaban al mismo tiempo que las escenas de pánico. Los automovilistas que transitaban ajenos a la situación por la calle Sur 15 frenaban en seco uno tras otro tras percatarse de la balacera hasta formar una larga fila, para luego abandonar los vehículos y comenzar a correr despavoridos por las banquetas en busca de refugio en alguna casa.
Aunque lo peor se estaba viviendo a unos metros de la presunta casa de seguridad, donde se ubica una escuela primaria.
“¡Agachados, por favor!”, gritaba una persona vestida con un chaleco amarillo, como los que usa Protección Civil cuando hay un sismo, mientras de fondo se escuchaban los tableteos metálicos de armas largas soltando metralla.
“¡Muévanse!”, gritaba de nuevo, a la par que decenas de jóvenes alumnos corrían agachados por los pasillos, tratando de cubrirse con sus mochilas del posible impacto de una bala perdida.
“Fue espantoso”, dice en entrevista un vecino que presenció los hechos. “Se vivieron momentos de pánico. Los niños estaban muy mal y los padres entraban corriendo desesperados a sacarlos como fuera. Parecía una película”.
Afuera de la escuela, un hombre en estado de shock se tiró al piso para tratar de protegerse con el poste de una luminaria, junto a una pintoresca iglesia antigua de fachada amarilla y azul.
En frente, dos mujeres jóvenes se cubrían detrás de unas jardineras, al tiempo que lloraban presas del pánico. Muy cerca, otra mujer salía de la escuela cargada con su hijo en brazos y corriendo hacia ninguna parte.
“¡Ehhh! ¡Todo el mundo a la pared! —ordenó un soldado al ver que la calle donde estaba teniendo lugar la balacera era un descontrol de personas corriendo por todas partes, lo cual le obstaculizaba su campo de visión—. ¡Todo el mundo a la pared! —volvió a gritar agachado, en posición de combate y cortando cartucho.
A estas alturas del suceso, y después de que las autoridades veracruzanas anunciaran que se había activado el código rojo y pidieran a la población no salir de sus viviendas, una enorme tanqueta gris de la Marina ya patrullaba la zona, al igual que patrullas de la Guardia Nacional y el helicóptero de Seguridad estatal que, según algunos testimonios, también realizó disparos desde las alturas hacia la casa de seguridad.
A la par, mientras tenía lugar la balacera, a unos pocos kilómetros, en la autopista federal que va de Orizaba a la vecina Córdoba, unos sujetos detuvieron un tráiler y le prendieron fuego bloqueando la carretera. Y cerca de ahí, entre la pequeña localidad de Fortín de las Flores y Córdoba, sobre el boulevard, otras personas armadas quemaron una de las bombas despachadoras de una gasolinera provocando otro incendio.
Finalmente, tras algo más de dos horas de terror, dos policías accedieron a la casa de seguridad, en cuyo interior quedaron marcados los impactos de las balas. El momento también fue registrado en video por uno de los presuntos agresores.
Con información de Animal Político