Familias lacandonas huyeron de la selva por la violencia que prevalece en la región, donde células criminales les han orillado a dejar sus hogares y refugiarse en otras comunidades.
Afectados dijeron a Latinus que al menos 12 familias tuvieron que salir de Lacanja Chansayab y San Pedro, demarcaciones situadas en el municipio de Ocosingo, debido a que grupos delincuenciales los quisieron reclutar para tareas de control de las zonas arqueológicas y otras actividades que generen ganancias.
Expusieron que la mayoría de los que tuvieron que huir se dedicaban al comercio, transporte de turistas y a operar como guías de excursión en sitios como Bonampak, pero a causa de la presión que los grupos armados ejercieron sobre la comunidad decidieron salir cuanto antes.
“La autoridad de Lacanja dice que todo está bien, que no pasa nada porque están de acuerdo con ellos (hombres armados); tampoco ha llegado el Ejército ni ningún tipo de autoridad, entonces no nos ha quedado otra opción que salir para salvar a nuestras familias”, señaló uno de los nativos de la Selva Lacandona.
La presencia de turistas a las zonas arqueológicas de Yaxchilán y Bonampak es baja, a consecuencia de la presencia de civiles armados que ya ha adherido a sus filas a personas originarias de la región, según el testimonio de afectados que por años vivieron y se emplearon en las actividades turísticas.
El 24 de enero, el director del Instituto Nacional de Antropología en Historia (INAH), Diego Prieto, reconoció en una entrevista vía telefónica con Latinus la presencia de grupos adversos en la selva, por lo que recomendó no acudir a las zonas arqueológicas de Yaxchilán y Bonampak.
Un día después, durante la conferencia mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador, se retractó de lo dicho y acusó a medios de comunicación de actuar con mala fe en torno a sitios ancestrales que, según dijo, seguían bajo control del INAH.
La iniciativa privada también se ha pronunciado en torno a la crítica situación que vive la Selva Lacandona. El empresario turístico Herbert Castellanos denunció a mediados de enero la incursión de estos grupos criminales y acusó el contubernio de lugareños.
“Amigos lacandones, choles y tzeltales, sólo esperamos que su asociación con personas delictivas, a la larga, sea mejor para ustedes, ante el abandono del estado mexicano y logren salvar su cultura de estos tiempos aciagos”, aseveró.