EFE.- Dos familias latinas fueron víctimas de los mortales tiroteos ocurridos este martes en tres salones de masajes de Georgia, donde murieron ocho personas, seis de las cuales eran mujeres de ascendencia asiática, en lo que se considera una de las peores matanzas de los últimos años.
Elcías Hernández, un mecánico guatemalteco de 30 años, lucha por su vida en un hospital de Atlanta luego de resultar herido de gravedad en los ataques del martes, perpetrados, según la policía, por Robert Aaron Long, de 21 años, quien reconoció ser el responsable de la matanza.
Hernández aparentemente se dirigía a mandar dinero a su padres a Guatemala en una tienda próxima al salón de masajes donde se produjo el primer tiroteo, en la localidad de Acworth, cuando fue alcanzado por una bala.
“Mi esposo también fue víctima de los tiroteos del condado de Cherokee que tuvieron lugar el martes, (en la) carretera 92. Está en el hospital en cuidados intensivos. Le dispararon en la frente hasta los pulmones y el estómago”, explicó la esposa de Hernández, Flora González, en un mensaje que escribió en una cuenta de GoFundMe para solicitar ayuda a la comunidad para costear los gastos médicos.
La mujer, de 27 años, halló a su esposo tendido en el piso y rodeado de ambulancias luego de recibir una llamada telefónica del propio Hernández para avisarle que le habían disparado y que “por favor” llegara.
“Ayúdanos a recaudar dinero para cubrir las facturas médicas de mi esposo. Oren por mi familia y la familia que se vio afectada por este tiroteo. Cualquier cosa ayudará mucho a nuestra familia”, dijo González, que cree que su marido “estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado”.
Entre las víctimas de los ataques del martes también se encuentra Delaina Yaun, de 33 años, quien murió en el mismo salón de masajes de Acworth, donde ella y su esposo, Mario González, llegaron para disfrutar “de un momento divertido” en pareja, dijo su hermana Dana Toole.
La tarde de relajación, sin embargo, se convirtió en una trágica, que dejó a una bebe de ocho meses sin su madre y a González viudo. “Íbamos contentos y alegres, ella acababa de salir de su trabajo para que en un momento sucediera eso”, expresó González.
En una entrevista con Mundo Hispánico, el padre latino visiblemente consternado pidió justicia por el crimen de su esposa y aseguró que el responsable “necesita pagar” y que merece “mínimo la pena de muerte”.
El autor de los ataques negó tener una motivación racista y los atribuyó a una perturbación derivada de su “adicción sexual”, según dijeron las autoridades, que revelaron que el joven había frecuentado los salones de masajes y que se refirió a ellos como “una tentación que quería eliminar”.