La tarde de este domingo 5 de septiembre en el municipio de Huixtla, en el estado de Chiapas, se desintegró de manera violente la cuarta caravana migrante por parte del Instituto Nacional de Migración (INM) y de la Guardia Nacional.
Poco antes de las cinco de la mañana, cuando empezaban a recoger sus cosas para partir de Huixtla en caravana por la carretera costera, los migrantes fueron sorprendidos por unos 200 uniformados de la Guardia Nacional y del INM en esa cancha de basquetbol techada donde habían pasado la noche, junto a un caudaloso río.
Las patrullas de la GN y del INM irrumpieron de forma violenta tapando la salida que tomarían para la carretera, lo que provocó una estampida humana de hombres, mujeres, niños y niñas, que tomaron rumbos diferentes, unos huyeron entre las calles al interior del pueblo, otros corrieron rumbo a las vía del tren.
Algunas familias se fragmentaron en la huida, mujeres migrantes con bebé en brazos, hondureñas y haitianas, cuando fueron capturadas, lloraban porque no sabían dónde estaban sus parejas o sus hijos.
En el acto estuvieron presentes miembros de organizaciones civiles que conforman el Colectivo de Observación y Monitoreo de Derechos Humanos en el Sureste Mexicano, mismo que monitorea en este caso que los cuerpos policiacos no violenten los derechos de las personas en tránsito.
Entre las organizaciones presentes estaban el Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova, Voces Mesoamericanas, CHIRLA y el organismo sueco de observación civil “Swe For”, así como otros grupos.
Este colectivo denunció que al sexto día de desplazamientos colectivos, forzados por las condiciones adversas de vida y violencias institucionales, personas con necesidades de protección internacional y con trámites en curso fueron perseguidas, golpeadas y detenidas en Huixtla esta madrugada.
Señalaron que alrededor de las cinco de la mañana y mientras alrededor de 700 personas empezaban a prepararse para continuar su camino, un fuerte operativo de elementos gubernamentales con equipo antimotines les obligó a dispersarse por Huixtla.
A esa hora de la mañana, solo había presencia de personal de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y organizaciones del Colectivo. Con miedo y desesperación, las personas buscaron resguardarse en el monte, cerca del río, entre las casas del poblado en puentes y caminos aledaños. Algunos grupos intentaron movilizarse por las vías del tren exponiéndose aún más a riesgos sobre su vida e integridad.
El operativo también se dispersó y comenzó a perseguir a las personas por toda la comunidad, el río y el monte. Duró más de ocho horas y continuó con rondines y presencia constante de las diversas fuerzas de seguridad por toda la carretera. Hubo personas heridas y lesionadas, en estados de shock y mucho miedo. Los migrantes manifestaron que personal del INM, les quitó sus documentos y pertenencias durante el operativo.
Durante el desalojo, los activistas de las organizaciones civiles que conforman el Colectivo, pudieron documentar la detención sistemática de niños y niñas acompañados y la separación de familias como estrategia de coerción hacia las madres y padres, estrategia que el INM y GN viene desarrollando desde hace días.
Hasta la tarde del domingo aún había agentes persiguiendo y deteniendo a las personas.
Los activistas documentaron detenciones arbitrarias y sin respeto a protocolos básicos, determinación del interés superior o necesidades de protección, además de las violaciones a derechos ya mencionadas, se documentó que los detenidos en Huixtla fueron expulsados de manera inmediata y sin procedimientos hacia Tecun Umán en Guatemala.
Ante esto, interpusieron una queja con folio 2021/81670 ante la CNDH y un amparo que garantice protección federal contra actos privativos de la libertad e integridad física de las personas que se están movilizando, por lo que solicitaron “respuestas expeditas y favorables a las mismas en beneficio de las mujeres, niñas, niños, familias y hombres de este grupo de desplazados forzados”.
Denunciaron que las acciones de abuso de poder, represión, uso excesivo de la fuerza y violación grave y sistemática de derechos humanos que han documentado, y que incluyen tratos crueles, inhumanos y degradantes, son absolutamente reprobables y contravienen tratados internacionales y leyes nacionales.
Hicieron un llamado a organismos internacionales de derechos humanos para exigir al gobierno mexicano, un alto a la persecución de personas que se desplazan de manera forzada para salir de Chiapas y a las defensoras, defensores y periodistas que les acompañan y documentan la situación.
El titular de la Diócesis de Tapachula, monseñor Jaime Calderón Calderón, dijo hoy que desde el tiempo de las Caravanas del 2018, Tapachula comenzó a ser punto de reunión para una enorme cantidad de migrantes, en su mayoría haitianos, respondiendo a la voz de fronteras abiertas y trato respetuoso de parte del gobierno federal.
Hace unos días, como se ha difundido a nivel nacional, algunos hermanos migrantes, cansados de esperar, se dispusieron a avanzar en caravana hacia el interior del país”, dijo el obispo.
Y que ante esto, “los distintos niveles de gobierno se unieron para iniciar una verdadera cacería humana, asustando, emboscando y desarticulando las caravanas, mediante el uso desmedido de la fuerza. Con una gran violencia, indiscriminada e innecesaria han atropellado e intimidado a los hermanos migrantes, de forma especial a las mujeres y a los niños”.
El obispo Calderón Calderón, hizo un llamado a los sacerdotes y agentes de pastoral de toda la familia diocesana, para aligerar el peso de la cruz de los migrantes golpeados por la pobreza, la violencia y el desamparo.
“Coordinados por el presbítero Cesar Augusto Cañaveral, y habiendo escuchado a los hermanos migrantes en sus necesidades, vamos uniendo fuerzas para ofrecer, en las parroquias de la Ciudad de Tapachula: alimento, atención de la salud y alojamiento”, refirió en su comunicación.
Pidió a todos los feligreses “hacer de las familias parroquiales de la Ciudad de Tapachula un espacio donde los hermanos migrantes puedan recibir un gesto de amor al menos en estas tres necesidades que son las más urgentes. Es muy probable que, ante la magnitud de la necesidad, nos sintamos abrumados”.
Con información de Isaín Mandujano | Proceso