Opinión | Se Busca Líder.

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A ESTRIBOR
Juan Carlos Cal y Mayor

Mientras que en Morena ya están echadas las corcholatas sobre la mesa y no les queda más que esperar el resultado de las encuestas y la determinación final del presidente; la oposición que al menos ya definió ir en coalición -salvo MC- apenas da indicios para definir a un candidato o candidata. Organizaron una pasarela que pocos vieron y pocos medios los han entrevistado. No han logrado permear a diferencia de los aspirantes de Morena que están en plena campaña y con propaganda por todo el país.

Se dice entre la ciudadanía deseosa de que algo distinto surja, que no existen liderazgos y algo hay de cierto. Los atributos son distintos en cada caso y lo que unos poseen a otros les hace falta. Observo en las redes sociales que quienes se asumen como sociedad civil son más prestos a descalificarlos de entrada que ponderar objetivamente si pueden o no ser rentables electoralmente.

No se puede dudar de la capacidad de José Ángel Gurría quien fuera Canciller, secretario de Hacienda y 15 años director de la Organización Internacional para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Nuestra integración cada vez mayor con América del Norte, las oportunidades de inversión que se avizoran para México, lo colocan con un perfil idóneo para tener crecimiento económico, para poder “distribuir” esa riqueza, pero esto no funciona así. De la Madrid tiene visión, Beatriz Paredes formación, Claudia Ruíz Massieu experiencia. Lo mismo con Santiago Creel que quizá ya no levanta pasiones, Mauricio Vila el mejor evaluado de los gobernadores, pero con un discurso eucarístico, Ricardo Anaya que tiene popularidad, pero habla desde el exilio o Lilly Téllez que ha encarado al gobierno con enorme valentía desde el senado.

Si los electores se ponen exigentes difícilmente podrán encontrar al candidato ideal. En mis años de experiencia he aprendido que la política es el arte de lo deseable dentro lo posible. Que una cosa son los atributos y otra la percepción. Que la gente vota con el corazón, con el estómago, ahora también con el hígado y muy pocos con el cerebro. Así son las campañas. A eso hay que agregar lo que ahora se conoce como el marketing. Los candidatos al fin de cuentas son un producto al que van a elegir los electores.

Donald Trump no era precisamente un dechado de virtudes y sin embargo ganó la presidencia de los EU. El opaco papel de Joe Biden parece abrirle el camino de vuelta. Aunque populista al menos Trump es capitalista. Viene siendo la antítesis de los populismos de izquierda con la característica de que estos últimos destruyen la economía.

Cuando me preguntan que quién va a ganar en el 2024 yo les digo que nada está escrito. No hay que confundir la popularidad del presidente porque ahora él no va en la boleta. Ninguno de los que podría sustituirlo tiene las características y ni siquiera el perfil. Tampoco pueden darse el lujo de tener un discurso propio. No les queda más que ofrecer continuidad. Eso no sucede ni en las monarquías. No es lo mismo Chávez que Maduro, ni Castro que Díaz Canel.

Hay que considerar que tampoco las cosas le han salido bien al presidente. Probablemente inauguren solo un tramo del tren maya, Dos Bocas comience a producir algunos barriles y el AIFA está en chino que levante. Del transístmico se sabe poco, aunque es una obra importante. La apuesta será entonces por tirar toda la carne al asador con los programas sociales. Eso podría dejar un boquete deficitario en las finanzas que tocará resolver al próximo gobierno. Ya veremos que pasa cuando arranque la elección. A mi juicio la oposición puede remontar. Eso dependerá de una campaña exitosa.

A ESTRIBOR
Juan Carlos Cal y Mayor | @jccalymayor

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