EFE.- Claudia Rodríguez espera impacientemente, bajo los intensos rayos del sol, en una fila que da la vuelta a la calle para hacerse una prueba Covid en un laboratorio privado de Ciudad de México.
Intentó que le aplicaran el test desde hace dos días, cuando comenzó a presentar síntomas, pero nunca llegó a tiempo para alcanzar uno de los 50 turnos que dan en la sanidad pública a partir de las 9:00 horas.
Después de mucha frustración, acudió el mediodía de este miércoles a un lugar privado en donde gastó 500 pesos, “porque ya no queda de otra” y porque conseguir las pruebas gratuitas del gobierno de la Ciudad de México “es un viacrucis”.
La mujer, de 53 años, no ha podido faltar a su trabajo pese a que sospecha que está infectada, y como muchos, necesita su prueba en mano para pedir incapacidad.
El caso de Rodríguez no está aislado, imágenes de filas interminables en toda la capital, en cuya área metropolitana viven más de 20 millones de personas, se ven por doquier.
Los datos justifican las escenas que se han visto en las últimas horas, este miércoles México registró más de 20 mil contagios diarios, la cifra más alta en cuatro meses.
Filas interminables
Tras la Navidad, los mexicanos han vuelto a ver cómo los casos comienzan a incrementarse sin control. Para muchos vecinos de Ciudad de México, las pruebas gratuitas de la sanidad pública son su única opción para saber si están infectados.
Sin embargo, la demanda ha rebasado la capacidad de atención de los centros de salud. Hasta el lunes, las autoridades capitalinas realizaban un promedio de 10 mil test diarios pero pronto decidieron duplicarlas e instalaron ocho nuevos módulos en centros comerciales.
Cerca de las 8 de la mañana, en una clínica pública en el centro de la ciudad, Ana Laura Soriano espera junto con una amiga que se sienta sobre una cubeta convertida en silla para esperar su ficha.
Ambas están formadas desde antes de las 6 de la madrugada para alcanzar uno de los 100 turnos de ese día. Ante la alta demanda el gobierno capitalino decidió aumentar la capacidad de atención en cada clínica.
“Justo nos acaban de dar ficha, nos tocó la número 44, menos mal que madrugamos para que alcanzáramos”, contó a Efe mientras se escuchan varios estornudos más adelante.
Prácticamente al lado de la puerta de entrada, a punto de ser atendidos por los sanitarios, las personas relatan que han esperado desde las 5.30 de la madrugada.
Farmacias y clínicas privadas para pruebas Covid
No toda la gente corre con la misma suerte que Soriano y pasa a uno de los módulos en centros comerciales que instalaron las autoridades de salud de Ciudad de México, pero la historia se repite.
Cuando el reloj marca las 12:00 horas, una hora después de que, en teoría, los sanitarios de los módulos comienzan a pasar a la gente para hacer las pruebas, Karime Luna derrocha impotencia y frustración.
“Son escasas las personas que alcanzan, hay gente aquí desde muy temprano, yo he intentado ya en siete lugares y no he logrado un turno”, se quejó.
Luna tiene síntomas claros de covid, como tos, pero no puede faltar a su trabajo sin su resultado positivo, aunque es optimista: “No creo que sea (el virus)”.
Pero la gente que, como Luna, no logra conseguir una ficha termina en las farmacias. En estos sitios una PCR puede costar más de tres mil pesos pesos (145 dólares), un precio inasumible para millones de mexicanos.
Carlos Alejandro Frías, de 69 años, espera junto con su familia en otra larga fila afuera de una farmacia que, a su vez, se entrelaza con otra fila en otra farmacia a tan solo unos metros.
“Yo no sé por qué pero siempre falla la organización (…) porque vas al seguro (la seguridad social) y también hay filas, es el pan de todos los días en la ciudad”, se quejó.